viernes, 30 de noviembre de 2012

¡Qué edad más bonita!

Llevábamos unos meses sin escribir en el blog, pero no por falta de ganas ni de experiencias que compartir, sino porque tenemos tantas ocupaciones que no conseguimos parar un rato para dedicarle tiempo. Y una de estas ocupaciones, mejor dicho, dos de estas ocupaciones son nuestras hijas.


Niños realizando una importante investigación

Sara empezó ya el cole “de mayores”, y las dudas y miedos iniciales se van convirtiendo en ilusiones nuevas, muchos amigos y ganas de aprender y descubrir. Su emoción por aprender los números y contar, y también por conocer las letras, contarlas y ordenarlas nos recuerda que la capacidad de aprender que tiene ahora no la volverá a tener cuando vaya creciendo. Aunque a veces resulta cansado es muy divertido buscar respuesta para las preguntas que nos lanza sin parar, y no todas sencillas, por cierto.

Y cuando la vemos como canta y baila, por la calle y en casa, y lo contenta y sonriente que va siempre nos decimos por lo bajo: ¡Qué edad más bonita!

Luego viene Cristina, que con 18 meses repite todo lo que le oye a su hermana, con ese lenguaje tan divertido que tienen los pequeños. Apenas hace 3 meses que se soltó a andar, pero ya le gusta saltar en la cama (sa-tá, en su idioma), trepar el sofá para apagarnos la luz (su-bí), hacer volteretas en la cuna (lo aprendió imitando a la hermana) y subirse a la sillita para ver como cocinamos (a-í-ba). Va dejando atrás su etapa de bebé, y empieza a marcar su personalidad y a ocupar un lugar muy claro en la familia.

Y cuando la vemos echarse encima de su hermana, reír a carcajadas, o la escuchamos cantar el cumpleaños feliz y otras canciones caseras, nos decimos por lo bajo: ¡Qué edad más bonita!

Es cierto, cada edad es tan distinta y crecen tan rápido, que parece que si parpadeas te vas a perder los avances, así que intentamos disfrutar de cada día, acompañarlas y crecer con ellas, y ser conscientes del momento tan especial que supone cada etapa de la infancia.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Se quieren, sí, se quieren


Mamá le pregunta a Sara mirándola a los ojos desde muy cerca queriéndola achuchar con las manos:
  • ¿Quién te quiere a ti? ¿Eh? ¿Quién te quiere?
Sara sabiendo de sobra la respuesta después de haber respondido a su madre más de mil veces dice sin dudar:
  • Papá, mamá y Cristina.


Pues sí son muchos los detalles que nos lo anuncian pero son tan especiales y distintos los momentos...

Sara y Cristina este año no van al mismo cole y se pasan gran parte del día sin verse, de 9 a 16h para ser exactos. Se despiden con un beso cariñoso que le da Sara a Cristina y ya hasta la tarde.

Los reencuentros son distintos, da gusto pararse a observar las reacciones de la una y la otra.

Cuando llego con Cristina a la puerta del cole de Sara, noto como se va poniendo nerviosa, quiere salirse de la silla y nombra a Sara con insistencia. No podemos entrar con el carro hasta la clase por el lío que se forma y a veces le toca esperar sentada en su silla, cuando nos ve aparecer se pone a saltar y a gritar y no para hasta que Sara corre a darle un beso y un abrazo ¡Hola, Cristina! ¿Cómo estás pequeña? Y entonces ya se calla y pinta una sonrisa en su cara durante mucho tiempo... A veces Sara le da la mano hasta casa y le va preguntando o contando cosas.

Otro día Cristina y yo vamos a casa de los abuelos después del cole, ella va callada y nota que no es el camino de siempre, no pregunta solo observa. En la casa nos sentamos a merendar ella parece distraída y sin apetito, está como esperando una señal, llaman a la puerta y al abrirse oye su voz, es Sara, y se le ilumina su cara. Y siempre lo mismo pero nunca igual. Sara da un beso a Cristi, después a los abuelos y se sienta para merendar, le preguntamos qué tal y qué quiere merendar pero parece no oírnos, en su cabeza le ha faltado un detalle, se levanta, se acerca a Cristina y le da otro beso, este quizá más consciente, más pausado, y, solo entonces, se vuelve a sentar y nos hace caso al resto.

Para Cristina, Sara siempre ha existido en su vida, igual que papá y mamá, son sus referentes de siempre. Por el contrario para Sara, ha habido un antes y un después del nacimiento de Cristina, y creo estar segura si digo que un después muy especial. La llegada de Cristina la viví con mucho miedo por intentar estar cerca de Sara y entender los nuevos sentimientos que ella iba a tener. Ahora veo que es un gusto tener hermanas, que nos acompañan y nos enseñan, que nos hacen entender qué es eso de compartir y nos ayudan a crecer como personas.



(Un beso Mayme, creo que yo también te he mirado alguna vez como lo hace Cris.)