viernes, 12 de noviembre de 2010

El lenguaje de los niños

Ya hemos comentado anteriormente lo sorprendente que es el aprendizaje en los niños entre 1 y 2 años, viendo la evolución de Sara; ahora, que tiene 20 meses, estamos disfrutando viendo como mejora la comunicación según ella va descubriendo el lenguaje, mejor dicho, según va creando su propio lenguaje. Y es que a partir de lo que nos oye y con los limitados recursos (de fonemas y palabras) que utiliza, es capaz de hacer asociaciones y simplificaciones muy interesantes:


  • Una de las primeras palabras que aprendió Sara (con poco más de 1 año) fue “toma” y, al poco tiempo, vimos que extendía su significado a “dame”, es decir, la utilizaba también para pedir las cosas. Tardamos un poco en darnos cuenta de que Sara asociaba la palabra “toma” a la propia acción de la entrega, sin situarse en el lado del que da ni en el que recibe (los niños a esa edad no tienen concepto de yo).

  • También en esa primera etapa (con 15 meses) conocía y utilizaba el significado de la palabra “abuelo”; supongo que es la consecuencia de haber podido conocer y compartir juegos con sus 4 abuelos. En este caso, nos hacía mucha gracia comprobar que todavía no utilizaba el género gramatical, así que insistía en llamar a todos “abuelo”.

  • Con las nuevas palabras que iba incorporando, vimos que extendía su significado a otros objetos con una característica en común (sobre-extensión). Por ejemplo, la palabra “gorro” era válida para cualquier cosa que pueda ser puesta sobre la cabeza, mientras que los “zapatos” son las prendas que se ponen en los pies, aunque nosotros las diferenciemos en zapatillas, botas, deportivas, sandalias...

  • En cuanto a los verbos, ya que todavía no sabe conjugar, descubrimos como (a partir de los 18 meses) utilizaba el gerundio y el infinitivo con bastante acierto. Así, cuando quiere bajar de la silla de paseo no titubea en pedir “andando”, como simplificación de “quiero ir andando”, o nos indica “a dormir” y “a comer”, cuando ese es su deseo.

  • Es notorio el hecho de que los niños aprenden a decir “no” mucho antes que el “sí”. Por una parte, porque habitualmente lo escuchan mucho más, pero también porque su significado es más difícil de expresar con otras palabras. Me explico, cuando a Sara le preguntamos sobre una comida “¿te gusta?” ella responde contenta “¡gusta!”, y vemos que no sólo no necesita el “sí” sino que además responde con acierto. Bueno, también descubrimos después que era por casualidad, porque cuando le preguntamos “¿te cojo?” ella responde “¡cojo!”, viendo que la repetición de la palabra es su manera de expresar el “sí”, como hacemos todos en ocasiones.

  • Volviendo a las asociaciones, imagino que es habitual designar un objeto por su uso o función que realiza, así que a Sara le cuesta decir “lápiz” porque sabe decir “pintar”, y nunca a dicho la palabra “cuna”, que no debería ser complicada, porque ella la sustituye por “a dormir”, mucho más habitual (en este caso, no lo utiliza como acción, sino como sustantivo, ya que lo dice también al ver una imagen de una cuna, no expresando deseo).

  • Y por último, ya llegando a los 20 meses, vemos como Sara empieza a utilizar el posesivo. Para ella “mi” denota posesión, así que en el desayuno, cada uno con su taza delante, no duda en señalar a la taza de mamá y decir “es mi mamá”, queriendo expresar que “es propiedad de mamá” (nosotros le confirmamos que “es de mamá”, construcción que ella todavía no sabe repetir).


Aunque algunas ideas puedan parecer evidentes, cuando la pronunciación de estos pequeños no es del todo clara se puede hacer complicado entenderles, y más si no son nuestros hijos, así que espero que estos ejemplos ayuden a conocer un poco más el “lenguaje de los niños”.

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